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Un paso adelante

Quién es el argentino denunciado por la célula mexicana de la efedrina

Condenaron a un mexicano por traficar efedrina en avión para una célula clave

Condenaron a un mexicano por traficar efedrina para una célula clave. Crédito: Ministerio de Seguridad.

Siete mexicanos que traficaban efedrina se instalaron el 26 de octubre de 2006 en la Argentina de manera definitiva. O, al menos, ese era su plan. Aquel día compraron la empresa Odal SRL para quedarse con el edificio de la calle Valentín Gómez 3550. Querían transformarlo en su bunker tanto para las mulas como para la sustancia. También adquirieron dos casas, cuatro autos y dos Harley-Davidson para moverse por Buenos Aires. Pero, tras el triple crimen de General Rodríguez de agosto de 2008, vendieron todo para volver cuanto antes a su país.

Cuatro de esos siete mexicanos fueron atrapados por la Interpol en octubre por orden de la jueza federal María Servini. Se trata, como reveló Encripdata el 10 de diciembre, de José Antonio García Mena, José Gilberto Juárez Lima, Denisse Nayely Juárez Lima y Alejandro Elvira Lugos.

La magistrada solicitó la detención con miras de extradición de otros tres mexicanos. Dos de ellos, los jefes de la célula, fueron los que se quedaron con el edificio ubicado a cuatro cuadras del Abasto Shopping. Por eso, tras los crímenes de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, arreglaron con un argentino, con el que ya trabajaban, para hacer una venta simulada a otros dos argentinos, pero no resultó como esperaban.

En consecuencia, los mexicanos, aunque ya estaban de vuelta en Puebla de Zaragoza, su pueblo natal ubicado a 107 kilómetros al sureste de Ciudad de Mexico, denunciaron al argentino en cuestión, Humberto Carlos Zabalza, por defraudación ante la Justicia.

La denuncia nunca se movió demasiado, aunque tuvo un llamativo movimiento en los Tribunales Federales de Comodoro Py cuando la jueza Servini preparaba en julio de 2019 las órdenes de captura internacional contra los siete mexicanos por tráfico de efedrina.

A partir de la declaración de un arrepentido, la magistrada pudo reconstruir que Famérica le vendió 4.250 kilos a Víctor Wendling Duarte, que se los revendió a Maximiliano Romero, alias «Fantasma», que a su vez los negoció con Arturo Alonso «Alexis» Cota Comeli.

Por su parte, Farmacéuticos Argentinos (FASA) le facilitó 4.800 kilos a Ibar Esteban Pérez Corradi, que primero los comerció con Romero y luego, ya sin éste como intermediario, directamente con Cota Comeli, parte de la célula mexicana, que usaba el hotel para prepararles a las mulas las valijas con la sustancia que debían llevar en vuelos de Mexicana de Aviación.

De ese hotel ya no queda nada. Una constructora levantó otro edificio. Pero la información aportada por el «imputado colaborador» más el análisis del impacto de los celulares en las antenas confirmaron que por allí coincidieron muchos jugadores de la ruta de la efedrina.

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