Encripdata

Un paso adelante

«Liberan a todos o a la jueza le va a pasar como a Nisman»

Vuelven a cambiar al juez que debe investigar por lavado a la familia de Nisman

Vuelven a cambiar al juez del caso por lavado de Nisman. Crédito: Ministerio Público Fiscal.

«Esto no da para más: liberan a todos o a la jueza le va a pasar como a Nisman y a sus hijas como a Candela».

Un hombre le hizo llegar esa amenaza de parte de un empresario a una jueza al llamar ocho veces al teléfono del juzgado el 3 de abril de 2018.

Ahora, tras dos años, el empresario pidió que la Justicia le otorgue el beneficio de la prisión domiciliaria por miedo a contagiarse coronavirus en la cárcel.

Sería mejor que esto solo fuera una amenaza, pero Encripdata reconstruyó una historia de traficantes de drogas, financistas «buchones» de la Policía y sicarios a la orden para los ajustes de cuentas en Buenos Aires.

Sería mejor, también, contar esta historia con nombres propios, pero por la seguridad de la jueza y sus hijas no será posible.

Sería mejor, en definitiva, que nada de esto existiera.

Todo comenzó el 16 de noviembre de 2017 cuando, por orden de la jueza, la Gendarmería detuvo a un empresario y quince integrantes de la banda con la que traficaba cocaína entre Bolivia, Paraguay y la Argentina, especialmente en las provincias de Santa Fe y Buenos Aires, y que lavaba las ganancias a través de una «cueva financiera» del microcentro porteño.

Un hombre ligado a la banda no cayó. El empresario, entonces, le ordenó cinco meses después la amenaza de muerte a la jueza para que lo excarcelara.

Un fiscal reconstruyó que ese y otro hombre estuvieron juntos aquel 3 de abril de 2018 en el que uno de los dos hizo la llamada, según el análisis del impacto de los celulares en las antenas, al que tuvo acceso Encripdata.

El acusado principal estuvo detenido por ese delito hasta el 4 de febrero de este año. El segundo, en cambio, no llegó a estarlo: lo mataron antes.

Eso fue el 6 de diciembre de 2018 cuando la Policía Bonaerense encontró su cuerpo abandonado al costado de una ruta en el conurbano. Lo habían torturado: le faltaba el ojo izquierdo y una parte de la oreja izquierda.

El 7 de febrero de 2019 fue el turno de la viuda. Aunque al principio pareció un crimen en medio de un robo, cuando los investigadores determinaron la identidad, confirmaron que era la mujer del torturado dos meses antes. La mataron de un tiro en la cabeza en su auto.

Una alta fuente policial le confió un dato llamativo a Encripdata: la pareja vivía en una casaquinta del conurbano que casualmente había puesto a la venta a través de la inmobiliaria del jefe de fiscales del distrito que luego debió ordenar el esclarecimiento del doble crimen de sus clientes.

La doble investigación no avanzó mucho hasta que un «arrepentido» de otra causa decidió hablar. Encripdata pudo saber a través de dos altas fuentes, una judicial y otra policial, que un financista, que solía entregar datos a la Policía, aportó en la Justicia detalles de ese doble ajuste de cuentas.

A la semana siguiente, el 28 de octubre de 2019, ese «arrepentido» fue acribillado en el conurbano. Las mismas fuentes que revelaron a Encripdata que había aportado información sobre el doble crimen, sugirieron que su asesinato pudo haber sido ordenado por muchas personas por su forma torpe de hacer negocios.

Este no era cualquier «arrepentido». Poco tiempo atrás había sido condenado por liderar una banda de mulas que viajaban entre la Argentina y España con dólares y euros obtenidos del narcotráfico internacional.

A cambio de ser sentenciado a solo 3 años de prisión en suspenso, el financista reveló en la Justicia para quién trabajaba. Los investigadores querían saber quién era su jefe.

Pero el financista no tenía uno sino dos: un narcotraficante y un policía. Un día tuvo que elegir entre ambos. Así fue como la Bonaerense desbarató el 29 de diciembre de 2013 una banda con 600 kilos de cocaína en el conurbano. Pero lo que pareció un operativo exitoso, que contó incluso con la presencia de un exgobernador, terminó en un escándalo, con los uniformados investigados por armar la causa y con los traficantes absueltos.

El jefe narco del financista caería algunos años después, pero no por contrabando de estupefacientes sino por lavado de las ganancias en activos.

El jefe policial acumula causas para caer por manchar el uniforme.

En el medio, otro ajuste de cuentas más, pero esta vez del otro lado del océano Atlántico. Encripdata pudo saber de una fuente judicial que una de las mulas de divisas de este financista fue acribillado el 12 de mayo de 2018 cuando salía de la comunión de su hijo en la Iglesia de la Virgen del Rocío de San Pedro de Alcántara, cerca de Marbella, sur de España.

Primero fue el turno de uno de los dos investigados por la amenaza. Muy poco después, el de su viuda. Luego, el de una mula. Y finalmente el del financista. La mafia resolvió esos problemas aplicando sus leyes nunca escritas pero siempre bien conocidas.

La Justicia, por su parte, rechazó en los últimos días el pedido de prisión domiciliaria del empresario que ordenó amenazar al juez con que terminaría como el fiscal Alberto Nisman o sus hijos como Candela Rodríguez, la nena secuestrada, violada y asesinada entre el 22 y el 31 de agosto de 2011.

El empresario que ordenó amenazar al juez con que él terminaría como Nisman y sus hijos como Candela justamente había sido acusado por el papá de la nena de haber estado detrás del crimen.

Uno de los investigados por la amenaza fue liberado en febrero.

El otro fue secuestrado, torturado y asesinado a plena luz del día.

Los sicarios de esta historia siguen en libertad, en cuarentena porque al coronavirus sí lo respetan, pero a la espera de una nueva orden.

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