Encripdata

Un paso adelante

Ascienden a una policía por evitar que un ladrón mate a un colectivero y también la acusan por asesinar al cómplice de 15 años

Ascendieron a una policía por evitar que un ladrón matara al chofer de un colectivo, pero ahora la acusaron por asesinar al cómplice de 15 años

La oficial Briscia, a indagatoria por el crimen de un menor. Crédito: Ministerio de Seguridad.

Todo sucedió en pocos segundos la noche del 15 de octubre de 2020, todo dentro de un colectivo mientras recorría las calles de Villa Lugano. Dos ladrones se subieron al interno 106 de la línea 47 para asaltar a los pasajeros, pero la oficial Melina Daniela Briscia, sentada en la última fila, desenfundó su arma reglamentaria y disparó dos veces, pero no le acertó al que estaba armado sino al que se llevaba el celular de una mujer. Aunque los delincuentes pudieron escapar, L. R. I. G. falleció media hora después en el Hospital General de Agudos Cecilia Grierson, según el fallo al que accedió Encripdata. Tenía 15 años. El otro, de 22, fue arrestado poco después. En su poder todavía tenía el teléfono robado.

A propuesta del jefe de la Policía de la Ciudad, Gabriel Berard, el por entonces vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, firmó el 29 de junio de 2021 el «ascenso extraordinario por acto destacado de servicio» de Briscia, que de oficial pasó a oficial primero. En la resolución, destacó que la uniformada «detenta un fiel compromiso con la institución, entendiendo que su accionar encuadra en los preceptos de honor, valor y coraje».

Según el relato del Gobierno porteño en el Boletín Oficial, Briscia, luego de ver que el mayor «gatilló una vez sobre la cabeza del chofer sin que se efectuara el disparo» y luego de ver que el menor robó el celular, «se identificó y dio la voz de alto, abalanzándose los masculinos hacia ella, por lo que al verse superada en número y temiendo por su integridad física y la de las personas a su alrededor, efectuó dos disparos con su arma reglamentaria, uno de los cuales impactó en el lado derecho del parabrisas del colectivo mientras que la segunda detonación impactó sobre uno de los malvivientes; acto seguido, los masculinos se dieron a la fuga velozmente descendiendo por la puerta delantera del rodado, resultando tanto los pasajeros como el chofer ilesos».

Dos días después, el secretario de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, felicitó en las redes sociales a la flamante oficial primero por «evitar que dos delincuentes asesinen al chofer de un colectivo» y por «poner el cuerpo para resguardar la vida de los vecinos».

Sin embargo, la jueza Paula González ordenó este lunes la declaración indagatoria de la ahora oficial primero Briscia por el crimen del adolescente de 15 años. Será el 7 de junio.

Para Leonel Gómez Barbella, Briscia cometió un «homicidio agravado por haber sido cometido con alevosía y abusando de su función o cargo«. Por los riesgos procesales solicitó la inmediata detención, pero la magistrada no lo consideró necesario.

Gómez Barbella es el fiscal que llevó adelante la investigación contra tres policías porteños -recientemente elevados a juicio- por matar a Lucas González e intentar asesinar a sus tres amigos en noviembre del año pasado cuando volvían de una práctica de fútbol en Barracas y también acusó a otros once uniformados por simular que todo se trató de un tiroteo para encubrir a sus compañeros de la fuerza.

Según la valoración que hizo el fiscal a partir los testimonios del chofer y los pasajeros, los peritajes balísticos y planimétricos y la autopsia, aunque el menor no estaba armado ni fingía estarlo, pero la oficial abrió fuego sin aplicar los principios de oportunidad, proporcionalidad y gradualidad y le acertó en el pecho, más precisamente en la cara anterior del hemitórax derecho, a 4 centímetros por arriba y a 6 centímetros por dentro de la mamila derecha. La bala ingresó al tórax por el cuarto espacio intercostal derecho, perforó el lóbulo superior y medio del pulmón derecho, generó una hemopleura de 1.400 mililitros de sangre y coágulos, atravesó la cúpula diafragmática derecha en dos oportunidades y en su recorrido lesionó en sedal la cúpula hepática, produciendo una hemorragia abdominal de 200 mililitros de sangre, salió por el tórax posterior a nivel del 10º espacio intercostal, mediante una lesión a labios evertidos de 0,9 centímetros de diámetro, ubicada a nivel de la línea medio escapular y a 20 centímetros por arriba de la espina ilíaca posterior.

La acusada disparó dos veces: el tiro mortal fue a más de 50 centímetros de distancia y a menos de 3 metros.

La trayectoria fue de adelante hacia atrás, de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo.

Como atravesó por completo al menor, también podría haber lastimado a los pasajeros: cruzó todas las filas de asientos y perforó el frente del colectivo.

Los detectives nunca encontraron la bala.

Así lo resumió el fiscal: «Descartada la existencia de armas de fuego en poder de la víctima, y en consecuencia la verificación de una situación de peligro actual por la inminencia de su uso contra los funcionarios o en riesgo para la población en general, no es posible otorgar sustento legal razonable a la decisión de la nombrada de disparar al pecho del niño, dentro de una unidad de transporte público y a escasa distancia. No puede concebirse una evaluación de riesgos que, en el ámbito de la razonable discrecionalidad de una policía, pudiera haberla llevado a considerar que efectuar disparos contra la humanidad de un asaltante desarmado era apropiado a los exclusivos fines que aquel deponga su actitud«.

Tras el ascenso de la oficial Briscia, el Tribunal Oral en lo Criminal Correccional 19 sentenció el 23 de septiembre de 2021 al ladrón mayor a 4 años y 5 meses de prisión por ser coautor penalmente responsable del delito de «robo agravado por haberse cometido mediante el empleado de un arma de fuego cuya aptitud para el disparo no puede tenerse por acreditada en concurso real con el de autor de encubrimiento».

En otras palabras: al delincuente mayor no lo condenaron por intento de homicidio, ya sea criminis causa o en ocasión de robo, a diferencia de los sugerido por el Gobierno porteño al ascender a la ahora oficial primero.

Si Briscia abrió fuego porque después de dar la voz de alto, «los masculinos se abalanzaron sobre ella», no queda claro por qué le disparó al que estaba desarmado y no al que estaba armado. Tampoco por qué lo hizo en una zona vital del cuerpo. Menos dónde estaba el ladrón mayor, aquel que, según el Gobierno porteño, le gatilló al chofer. Tal vez una reconstrucción del hecho sea la medida de prueba correcta para determinarlo. Como sea, la indagatoria a la que deberá hacer frente la acusada no es otra cosa que el acto de defensa por excelencia, en un caso que le valió un premio pero que también le puede costar un castigo muy severo.

About Author