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Un paso adelante

«Busquen algo para emprolijar esta cagada»: dos comisarios cayeron porque otro policía grabó la conversación

Video: así los policías mataron a Lucas González en Barracas

Video: así los policías mataron a Lucas González. Crédito: Encripdata.

Rodo: Fabi…
Fabi: ¿Qué paso, Rodo? ¿Se mandaron un moco?
Rodo: Un re mocaso, boludo, aparentemente eh…
Fabi: No hay…
Rodo: Le dije a Inca, que está como subcomisario…
Fabi: Ah…
Rodo: Que vaya y busquen lo tenga que buscar para justificar esto.

Son las 9.59 de la mañana del miércoles 17 de noviembre. Los que hablan por teléfono son el comisario Rodolfo Alejandro Ozan y el también comisario Fabián Alberto Du Santos. Ozan es el que manda. Ya estaba al lado del Volkswagen Suran, en Alvarado y Perdriel, donde agonizaba Lucas González. Como le avisó a Du Santos, ya le había ordenado al comisario Juan Horacio Romero, el «Perro», que buscara algo «para justificar» lo que habían hecho el inspector Gabriel Alejandro Isassi, el oficial Juan José Nieva y el oficial mayor Fabián Andrés López. Minutos después, le pediría al comisario Daniel Alberto Santana que también mandara al «Perro» Romero a que «emprolijara esta cagada». El diálogo es más largo. Encripdata pudo saber que quedó registrado en el teléfono de Du Santos gracias a la aplicación CubeCallRecorder.

Los compañeros en la Policía de la Ciudad de Isassi, Nieva y López, los tres que abrieron fuego contra el auto en el que viajaban Lucas y sus amigos Julián, Joaquín y Niven, recorrieron la zona, pero no encontraron un arma descartada. Nunca la iban a hallar. Los chicos no estaban armados. Volvían de una prueba de fútbol en Barracas Central. Para «justificar» o «emprolijar» el crimen, alguno de ellos plantó una réplica de «The Punisher».

El fiscal Leonel Gómez Barbella solicitó el 9 de diciembre las detenciones de los comisarios Santana y Ozan, pero el juez Martín Del Viso lo rechazó el 18 por falta de pruebas. Tras la detención de Du Santos, el acusador encontró la prueba que necesitaba: Du Santos nunca borró la aplicación que grababa las conversaciones de su celular. Por ese audio, cayeron los comisarios Santana y Ozan en plena Navidad.

Los policías contaminaron la escena del crimen. Una doctora del SAME declaró que cuando llegó al lugar a las 10 de la mañana, minuto más, minuto menos, Lucas ya no estaba recostado hacia el lado izquierdo, como recordaría después su amigo Julián, sino que tenía las piernas hacia la puerta derecha. Alguien lo había querido sacar del auto hasta que se dio cuenta que no respondía. Las otras puertas del vehículo, aunque los policías habían hecho bajar a Julián y a Joaquín, estaban cerradas. También el baúl. En algún momento, uno de los uniformados plantó el arma de juguete.

Recién a las 15.30 aproximadamente, la subinspectora Ascona, de la División de Búsqueda de Evidencias de la Policía Federal (PFA), recibió la autorización del juzgado para hacer las tareas en la escena del crimen.

A las 17.59.16, consultaron si habían secuestrado un arma de fuego y respondieron que eso se informaría «en breve».

Alrededor de las 18.30, los especialistas se acercaron al auto de Julián. «¿Vamos a proceder a retirar la pistola?», escuchó su papá que dijeron. Se volvió loco. Empezó a gritar. Su mamá, más calmada, le preguntó a su hijo en ese mismo instante. «Eso es mentira», respondió. El juez también sospechó que alguno de los uniformados puso el arma de juguete para sostener la versión del «enfrentamiento armado». Pero la réplica que plantaron ni siquiera tenía sistema de disparo.

Romero, al que le ordenaron buscar algo para «justificar» todo, ya fue detenido.

Du Santos, el policía que no borró las conversaciones, también fue arrestado.

Ahora fue el turno de Santana y Ozan

Santana no es uno más: es el jefe de todas las comisarías de la Comuna 4 y sus brigadas, el jefe de todos los uniformados de La Boca, Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya, el policía de mayor rango y responsabilidad institucional arrestado por el crimen de Lucas.

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