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Un paso adelante

Alguien sabe dónde está Loan

Un botín, su olor en los autos y quién sabe dónde está Loan

Un botín, su olor en los autos y quién sabe dónde está Loan. Crédito: Archivo.

Se perdió. Lo raptaron. Lo vendieron a Paraguay. Lo secuestraron. Es una venganza. Se lo llevó el Pomberito. Las panzas de los animales. Lo vieron en Córdoba. Y la más reciente: lo atropellaron. Muchas teorías, cero pruebas para sostenerlas. Y, encima, Laudelina.

Todos los que estuvieron presentes en el último almuerzo del Algarrobal ni siquiera pudieron precisar el lugar y momento exacto en el que se perdió el rastro de Loan Danilo Peña, de 5 años. Entre omisiones, contrapuntos y contradicciones, las autoridades, por las internas familiares y el bien de la investigación, deberían considerar que todos mintieron.

Tienen que volver al primer día.

Y sin testimonios valiosos, solo existen dos evidencias, una material y otra científica, para intentar determinar qué pasó.

Una es el rastro de olor de Loan en los vehículos del capitán de navío retirado, Carlos Guido Pérez, y la funcionaria municipal María Victoria Caillava -si es que los peritajes de odorología forense en la camioneta Ford Ranger blanca y el auto Ford Ka rojo estuvieron bien realizados-.

La otra es el botín de Loan que tenía puesto ese día -más allá de si lo hallaron o en realidad plantaron el comisario Walter Adrián Maciel o la tía Laudelina-.

Esas dos evidencias son las que unió, precisamente, Laudelina en su declaración. No la hizo ante el fiscal federal, a cargo de la investigación, ni ante los dos titulares de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex), que colaboran con aquel por su especialización. Tampoco ante los primeros dos fiscales provinciales. Lo hizo ante un sexto fiscal, acompañado por su abogado José Codazzi, amigo del gobernador Gustavo Valdés, y de madrugada.

La teoría que plantó Laudelina les convenía a todos: principalmente a su marido, Bernardino Antonio Benítez, al único que le extrajeron una muesta del pene, porque lo exculpaba de todo; al matrimonio Pérez Caillava porque convertía la imputación por captación de personas con fines de explotación en un accidente de tránsito con desenlace fatal; y a los otros dos detenidos, el matrimonio Oscar Ramírez, alias «Fierrito», y Mónica del Carmen Millapi.

Una versión que, más allá de los claroscuros, sirvió para reactivar y orientar los rastrillajes. Que le alcanzó al gobernador para pasar por encima del Poder Judicial. Y a la ministra Patricia Bullrich, para desembarcar con todo en el territorio. Una teoría plantada para plantar algo más.

Como en cualquier caso, al menos una persona siempre sabe la verdad.

Sin signos de interrogación: hay alguien que sabe dónde está Loan.

El que cometió el delito, sea cual sea.

El rastro de olor de Loan en los vehículos y el botín en el barro lo terminará por delatar.

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