Efectos de la guerra: detuvieron a una «mula» ucraniana con 8 kilos de crystal en el aeropuerto de Ezeiza
En Valentyn hay hambre y hay dolor. Su alma está marcada por la guerra. Ucrania quedó atrás. Por buscar un futuro mejor, a sus 19 años aceptó un vuelo hasta aquí1.
Ese pasaje a un futuro mejor, con una valija con doble fondo de por medio, tiene hoy a este joven ucraniano en una cárcel de máxima seguridad de la Argentina.
Los agentes antinarco de la Dirección General de Aduanas lo arrestaron este miércoles ni bien aterrizó el vuelo 701 de KLM proveniente de Ámsterdam, Países Bajos. Además de ropa para una semana, su maleta estaba llena de piedras cristalizadas de color beige, metanfetaminas, comúnmente llamadas éxtasis cuando se venden como pastillas, pero en este caso, por su forma cristalina, crystal o ice.
Menos de 24 horas después, el juez federal Marcelo Aguinsky le tomó declaración indagatoria. A diferencia de la mayoría de los imputados en expedientes por narcotráfico, Valentyn, junto a un traductor, le contó su historia y hasta abrió su celular, según pudo reconstruir Encripdata.
Valentyn vivía con su familia en Chernivtsii, capital del óblast homónimo, en el suroeste de Ucrania, una zona no tan castigada por la invasión rusa, ordenada por Vladimir Putin hace ya más de dos años, el 24 de febrero del 2022. Sin embargo, poco a poco, todo el país empezó a sufrir los efectos colaterales de la guerra. Su madre murió durante una operación en un hospital colapsado por los heridos que llegaban del frente de batalla. Su padre perdió el trabajo. Para ayudarlo a él y a sus hermanos, cruzó por primera vez la frontera: Polonia. Tenía 18 años. Tal vez menos.
Allí, trabajó como delivery, después en el puerto y en los últimos meses como obrero. Levantar paredes solo le alcanzaba para comer y para tener dónde dormir, la misma obra en construcción, pero para nada más. Mandarle plata a su familia, lo que lo motivó a dejar atrás su país, era imposible. Hasta que le llegó una oportunidad vía Telegram que no supo, no pudo o no quiso rechazar.
«Tomé contacto con ese número, me pagaron un pasaje a Ámsterdam y me alojé en un hotel que me indicaron reservar. Ese contacto era el que figura en mi teléfono. Allí me visitó una persona cuyo nombre desconozco, me indicó tomar un taxi e ir a una terminal de micros para encontrarme con alguien, quien estaba en un auto negro, del cual sacó una valija gris, que es la que me secuestraron. Me ordenó que la llevara a Buenos Aires, donde me quedaría una semana, que reservara una habitación en el hotel que quisiera, que le avisara dónde me encontraba. Nunca supe que la valija tenía doble fondo. Tampoco supe de su contenido. Me la entregó este hombre, quien le agregó mi ropa, mis cosas personales y viajé. Una vez en Buenos Aires, una persona me pagaría 10 mil dólares por la valija. Yo quería la plata para ayudar a mi familia en Ucrania»2.
En el mercado de las drogas sintéticas, la organización narcocriminal de corte internacional que contrató al joven ucraniano como «mula» por menos de 15 mil dólares en gastos podría haber obtenido 366 mil dólares por los 8 kilos de crystal.
En los últimos dos años, la Aduana incautó 70 kilos de metanfetaminas en sus diversas formas solo en el aeropuerto internacional de Ezeiza3.
Este jueves por la tarde, el juez Aguinsky procesó a Valentyn por el contrabando de droga, convirtió la detención en prisión preventiva y lo embargó por 425 millones de pesos.
Con un procesamiento en tiempo récord, tal vez el futuro de Valentyn sea un juicio abreviado en el que un tribunal considere como agravante haber formado parte de una asociación ilícita, pero también tenga en cuenta como atenuante haber tomado un mal camino para escapar de una guerra que no eligió.
El juez Aguinsky, mientras tanto, ya tiene un nombre para tirar del hilo4.
1 Bisabuelo, Kapanga.
2, 4 Extracto del expediente judicial.
3 Informe de la Dirección General de Aduanas.