Vuelven a postergar el juicio a policías del Grupo Halcón por el crimen del «Lauchón» Viale: faltaban 19 horas para el inicio
El juicio por el crimen del agente de Contrainteligencia Pedro Tomás Viale debió haber terminado el año pasado, pero no solo no concluyó sino que el tribunal volvió a postergar el inicio por segunda vez, según la resolución a la que accedió Encripdata. Lo resolvió cuando faltaban solo 19 horas para la apertura. Viale, el «Lauchón», fue asesinado el 9 de julio de 2013 en su casa durante un allanamiento a manos del Grupo Halcón de la Policía Bonaerense. No era un espía cualquiera: era amigo del siempre poderoso Antonio Horacio Stiuso, alias «Jaime», uno de los jefes de la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE, AFI).
Los jueces María Claudia Morgese Martín y Héctor Omar Sagretti, del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de San Martín 5, decidieron postergarlo por la «superposición de audiencias» con otro debate y por la renuncia de un integrante del TOCF.
En cambio, la jueza Nada Flores Vega, a cargo de la presidencia del debate, criticó los argumentos de sus colegas porque cuando fijaron el nuevo inicio «tenían conocimiento de que iba a llevarse adelante compartiendo fecha en razón de la complicada agenda de los jueces de la jurisdicción».
Entonces, el tribunal fijo la apertura para el próximo 4 de abril. , pero tres días después la reprogramó para el martes 21 de marzo. Serán cinco jornadas: el 28 de marzo y el 4, 11 y 18 de abril.
El fiscal de juicio será Carlos Cearras. En el banquillo de los acusados estarán Gustavo Ernesto Martínez y Pedro Nelson Alegre, imputados por el «homicidio agravado por haber sido cometido por miembros integrantes de la fuerza de seguridad abusando de su función o cargo», en línea con el planteo del abogado de la familia.
Por orden del juez federal Juan Manuel Culotta, el Grupo Halcón irrumpió el 9 de julio de 2013 en la casa de Viale en La Reja, Moreno, para llevárselo detenido, sospechado de tener relación con el traficante Rodolfo Ángel Carricaburo. En su casa no encontrarían droga. Tras el desastre, la familia defendería la memoria del «Lauchón»: aseguraría que estaba infiltrado en la banda de aquel narco.
Cuando aún no había amanecido, Damián Norberto Ignomirellio y Cristian Adrián Herrera, brechero y asistente, abrieron la primera puerta de la calle Rocha Blaquier 1502 y, tras recorrer el jardín, destrabaron la segunda puerta. De inmediato, Alegre se metió en la casa con el escudo de 70 por 100 cm en alto para garantizar el ingreso de los demás, Ricardo Nuñez, José Humberto Antichan, Martínez y el propio Ignomirellio.
Por afuera, Raúl Ernesto Castro y Herrera fueron hasta el fondo de la propiedad para bloquear cualquier intento de escape.
Ya dentro, Alegre, con escudo en mano, y Antichan llegaron a la cocina, pero allí solo encontraron un vaso y una botella sobre la mesa y bajo una luz tenue. Nuñez, por su parte, se adelantó y aseguró una habitación. Estaba vacía. Sin noticias de los moradores. De vuelta en el pasillo, intentó abrir la puerta de una segunda habitación. Casi que no pudo: alguien se lo impidió a tiros. Tanto que recibió una bala calíbre 40 mm en el pie izquierdo. Era el dueño de la casa: el «Lauchón», el famoso espía.
Alegre ayudó a Nuñez a replegarse unos metros. En eso, apareció Ignomirellio y terminó por sacar al herido de la casa para que Alegre, con escudo en alto, pudiera volver a cubrir a los otros halcones. Martínez, que había recorrido el flanco derecho, se le unió a Alegre en el pasillo. De nuevo formados, los dos disparaban mientras avanzaban.
Ambos declararían que dieron la voz de alto, «policía, policía», pero que el sonido de los disparos fue más fuerte que sus gritos. La viuda, en cambio, contaría que fue todo lo contrario: que Viale, ya recluido en el baño, pedía «chapa, chapa, mostrá la chapa» mientras seguía el fuego cruzado. Resolver esta controversia será clave en el debate -cuando el tribunal por fin lo inicie- para determinar las verdaderas intenciones de los miembros del Grupo Halcón.
A pocos pasos del objetivo, Alegre y Martínez hicieron movimientos de «pivot» y «doble tap»: pasaron por la puerta del baño a la vez que efectuaron dos disparos para neutralizarlo. El enfrentamiento terminó. Alegre soltó el escudo, le sacó la Glock a Pedro Tomás y le puso precintos. No era necesario: Viale agonizaba. Martínez fue por una sábana para hacerle un torniquete. No fue suficiente: murió en ese instante.
El pasillo y el baño fueron los escenarios de la «guerra». Los impactos de bala en la víctima, en el escudo del halcón y en las paredes lo demostraron. Según las vainas recolectadas, que marcan el origen de los disparos, y los proyectiles, que sugieren el lugar de destino, Viale realizó la mitad de los tiros desde el primer tramo del pasillo y la otra mitad, ya sin posibilidad de escapar, desde el baño. Uno impactó en el pie de Nuñez. La mitad, además, en el escudo de Alegre. Los policías, por su parte, dispararon en varias zonas, por lo que el 25% de los proyectiles terminó en el primer tramo del pasillo -desde su posición de ingreso- y el 75% restante, entre el segundo tramo del pasillo y el baño.
Los agentes del Grupo Halcón le acertaron once disparos: según la autopsia, el cuerpo del espía tenía un orificio de proyectil de arma de fuego en la cara, seis en el tórax, tres en el brazo izquierdo y uno en la cadera derecha. Once heridas en total.
El médico forense de la morgue judicial de Lomas de Zamora Héctor César Rosetti determinó que Viale falleció producto de un «mecanismo violento y a consecuencia final de un paro cardio-respiratorio traumático siendo la causa originaria hemorragia aguda secundaria a las lesiones cardiovasculares por el paso de proyectil de arma de fuego en el tórax». Era de la ametralladora 9×19 mm número 62374837. Era la de Martínez.
Los abogados de la familia Viale hicieron suya la teoría de «Jaime» Stiuso: que al «Lauchón» lo mataron para «mandar un mensaje». En otras palabras: que todo se trataba de una «guerra de espías» al interior del gobierno de Cristina Kirchner porque el canciller Héctor Timerman firmó en enero de 2013 con su par iraní Ali Akbar Salehi el «pacto con Irán» para avanzar de manera alternativa en la investigación por el atentado del 18 de julio de 1994 en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), donde murieron 85 personas.
Para el sector de Stiuso, ese acuerdo fue un duro golpe. Para el fiscal de la UFI-AMIA, Alberto Nisman, también porque, con el apoyo de «Jaime», acusaba al régimen chiíta de haber ordenado el atentado. Siempre según esa teoría, la «guerra de espías» llegó a su punto máximo con el suicidio, instigación al suicidio u homicidio de Nisman el 18 de enero de 2015 en su departamento de Puerto Madero.
Durante el debate se realizará la reconstrucción del hecho. Esa medida de prueba servirá para resolver la situación procesal del resto del equipo del Grupo Halcón que intervino aquella madrugada y sus superiores: Hugo Orlando Fasone, subcomisario a cargo del operativo en la casa de Viale, Enrique Roberto Maldonado y Adrián Horacio Carrescia, jefe y subjefe de la DDI antinarco de San Miguel, y José Armando Tsuruoka, director de operaciones de la superintendencia antinarco de la Bonaerense.
Los cuatro sabían que a la casa de La Reja los agentes bajo su mando debían detener a un espía de la SIDE.
Tanto tiempo pasó que otro de los protagonistas de esta historia, Carricaburo, se llevó secretos a la tumba.