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El hilo invisible entre el crimen y el poder

«Comprá unos porros y hacemos un NN frente al escuadrón»: procesaron al juez que protegía al clan Sosa en Chaco

Procesaron al juez que protegía al clan Sosa en Chaco

Procesaron al juez que protegía al clan Sosa en Chaco. Crédito: Diario Norte.

-Dígale a su pollito que anda por allá nuevamente que traiga algo y hacemos un NN acá.
-Está de baja ese, che, andá, comprá vos unos porros y hacemos eso, si quiere, che, frente al escuadrón, si quiere un NN.

-Tira tierra a todos lados porque él no es capaz de hacer nada.
-Ahora vamos a meter otro con Noguera y ahí terminamos de enterrarlo.

Estos son solo algunos de los mensajes entre los gendarmes del Escuadrón 1 de Roque Sáenz Peña, Chaco. La voz cantante era el jefe del equipo, el comandante principal Cristian Daniel Marangón. Los diálogos de WhatsApp no dejan lugar a dudas: los uniformados armaban una y otra vez operativos falsos para exhibir resultados en la lucha contra el narcotráfico. Tantos hicieron así que cuando luego llevaron adelante una investigación, Marangón, irónico, los felicitó: «Esos son procedimientos. Reales, con detenidos, los felicito». Por estos y otros delitos, la jueza federal Zunilda Niremperger procesó este jueves al ahora exjuez federal Miguel Mariano Aranda y varios gendarmes, menos al jefe del escuadrón, que falleció por problemas de salud el 18 de octubre cuando lo fueron a detener.

En la imputación, los fiscales federales Carlos Amad, Patricio Sabadini, Federico Carniel y Diego Iglesias, este de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), acusaron a Aranda, hasta entonces conjuez precisamente de Roque Sáenz Peña, de «articular los mecanismos a su disposición para que, en las causas bajo su jurisdicción, se omitan o demoren los actos procesales que le eran requeridos o que debían disponerse en cumplimiento de la normativa procesal, para poder alertar a las personas imputadas o investigadas de las medidas a dictar y así garantizar su impunidad y la continuidad del accionar delictivo investigado».

Entonces, la jueza Niremperger les dio la razón a los fiscales, avanzó contra Aranda -ya removido por la Cámara Federal-, lo procesó por «asociación Ilícita en concurso real con el tráfico de influencias, prevaricato e incumplimiento de la obligación de promover la represión de delitos, todos ellos en carácter de autor y coautor de los delitos de encubrimiento agravado y concusión agravado y lo embargó en 10 millones de pesos, pero. A pesar de todo eso, el ahora exjuez seguirá en libertad.

La magistrada también procesó al comandante principal Alberto Martín Farías, al segundo comandante Raúl Ernesto Scheurman, al primer alférez Enzo Gabriel Aguirre -todos gendarmes-, a Clarisa Daniela Gallisier y a Rafael Raimundo Martín, allegado a ella.

Para poder descubrir las maniobras de la asociación ilícita del por entonces juez Aranda, los fiscales tuvieron que cruzar de varias causas en los que de alguna u otra forma aquel terminaba beneficiando a quienes debía investigar. En el megaexpediente no solo detenidos declararon que fueron extorsionados por allegados al magistrado para mejorar su situación procesal sino también gendarmes que eran tanteados por otros compañeros de la fuerza para que, como ellos, hablaran con «JuFe», es decir, con el juez federal.

Lo que terminó por dejar en evidencia a Aranda, Marangón y compañía fue la investigación al clan Sosa.

Para entender esta parte de la historia, cada minuto cuenta: el fiscal Amad solicitó los arrestos de los siete integrantes del clan Sosa el 27 de abril a las 7.30 de la mañana y el juez Aranda los ordenó a las 23.55. Sin embargo, a la Gendarmería le ordenaron la detención de todos menos de Lucas. El magistrado salvó el error a las 8.38, con una nueva orden que llegó a la fuerza a las 9.13. Pero no todo era lo que parecía.

A Lucas no llegaron a avisarle del cambio de planes, por lo que de la casa a allanar se fueron todos los Sosa menos él. Un poco por el error involuntario, otro poco por la sorpresa del único detenido, los investigadores rebobinaron: al revisar la cámara de seguridad de Blue Moon, un local ubicado frente a la casa de los Sosa, se dieron cuenta que los acusados la abandonaron ese 27 de abril a las 14.52, es decir siete horas después del pedido del fiscal y nueve horas antes de la orden del conjuez, según pudo reconstruir Encripdata. Al final, Lucas se quedó porque su información era de primera: a él no lo iban a arrestar. No contaba con que era un error.

Por la filtración, Ana María Flamenco, integrante del clan Sosa, pudo esconderse a tiempo. Y es con ella donde el círculo cierra: acusada por narcotráfico y lavado de activos, la mujer de 56 años pagaba el seguro de un camión de la empresa EAFA SRL de Raimundo y Galissier. Se trata del vehículo con patente AA616UN.

Galissier es la cuñada del propio conjuez Aranda.

Flamenco es ni más ni menos que la mamá de los Sosa.

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