El crimen de un ciego en silla de ruedas, los perejiles de siempre y el día después en Puerta 8
A Diego no le dieron opción a nada: no vio venir las balas, era ciego; no pudo esquivarlas, estaba en silla de ruedas. Difícil ser transa en esa situación. Menos aún «soldadito». Era, como la enorme mayoría, un vecino más del barrio. Los policías bonaerenses lo informaron como parte de la guerra entre bandas dedicadas al narcomenudeo para controlar ese territorio y sus puntos de venta. Como mucho lo consideraron un «daño colateral». Ese día, los sicarios, sin nombres ni apellidos hasta ahora, mataron a otro joven más e hirieron a un tercero, al que los médicos pudieron salvar en el hospital, según pudo reconstruir Encripdata. Eso pasó en marzo del año pasado, eso pasó en Puerta 8.
Luis, al que sus familiares lo llamaban cariñosamente «Loco Murdok», falleció el 11 de enero de este año por problemas respiratorios. Este miércoles al mediodía, policías bonaerenses «limpiaron» uno de los pasillos de Puerta 8 y «plantaron» las bolsitas rosas en su casa. Minutos después, con la escena ya armada, el ministro de Seguridad bonaerense Sergio Berni entró en acción y, ante las cámaras de televisión, anunció: «Ahora le voy a pasar a su producción, porque es muy importante que pueda transmitir esta imagen, estos son los sobres que han aportado familiares de las víctimas que han consumido. Son, exactamente a simple vista, como los que hemos incautado acá». Sin guantes, pero con el barbijo en la mano, aseguró: «Estamos por el bueno camino».
Según el parte oficial, los policías incautaron 400 envoltorios de cocaína y otros 200 de marihuana y dos plantas de marihuana. También una pistola de aire comprimido, 30 cartuchos de escopeta calibre 12/70, un par de esposas, una moto con pedido de secuestro, dos celulares, alhajas varias y dinero en efectivo. La plata era tan poca que ni siquiera la contaron. Eran cuatro billetes de mil pesos y ocho de quinientos. 8 mil pesos en total. El equivalente a solo 40 de esas bolsitas rosas que, en cuestión de minutos, le provocó la muerte a 23 personas, la mayoría en la casa o la calle. Un mal día para el transa o lo que tenía en la billetera un perejil. En la casa del fallecido «Lodo Murdok», los once detenidos, supuetamente atrapados in fraganti en «allanamiento de urgencia y saturación», nunca estuvieron y las bolsas de nylon, con las dosis de la «droga envenenada», estaban bien atadas.
Las once personas puestas a disposición del fiscal Germán Martínez, al aportar sus datos personales, dijeron ser desocupados o changarines. Todos hombres. Contra toda lógica, nueve eran de Loma Hermosa, es decir, vecinos de Puerta 8. Los transas, en general, venden donde no viven. El décimo era de Pablo Podestá y el restante, estaba en situación de calle. Encripdata se dio cuenta que algo no cerraba y se lo hizo saber a una fuente que había «bajado» al territorio:
– Me llama la atención la detención de ‘Cheroky’ [apodo ficticio]. Vi sus redes sociales. Tiene 22 años, es jugador de fútbol. ¿Cómo llegaron a él?
– Bancame que estamos reventando algunas villas de San Martín.
Entonces, este medio consultó a otra fuente con llegada a los que toman las decisiones:
– Me llama la atención la situación de uno de los detenidos…
– Todavía no fueron indagados. No podemos revelar las identidades. Pero decime sobre quién necesitas saber y te digo si con ese nombre hay alguien a disposición.
– ‘Cheroky’.
– Con esos datos, no figura dentro de las seis personas que actualmente están aprehendidas.
En otras palabras: de los once detenidos el miércoles por la Bonaerense, el fiscal liberó a cinco el jueves. Uno era él. Efectivamente era jugador: como pudo reconstruir Encripdata, «Cheroky» fue uno de futbolistas que quedó en la historia del Club Atlético Atlas al lograr el 30 de enero de 2021, por primera vez en 56 años, el ascenso a la Primera C. Como las condiciones de la cuarta y quinta categoría no son como las de la Primera, el segundo año de pandemia se fue a trabajar con el papá. Al papá también se lo llevaron preso este miércoles para «hacer número» y también lo liberaron al día siguiente. Estos dos perejiles eran familiares de Luis, el hombre que falleció en enero por problemas respiratorios y al que Berni y compañía le usaron la casa para mostrar que estaban «por el buen camino».
En Puerta 8, el «buen camino» es vivir sin molestar y no meterse con nadie. Los vecinos lo aprendieron a fuerza de golpes. Por eso no quieren hablar y si hablan, no quieren decir su nombre: «La Policía hace ‘circo’: se lleva a la gente que labura para que los transas sigan mirando la tele en la casa. Así estamos, esto es Argentina, los pobres y los de las villas tenemos que pasar por esto mientras los transas, los policías y los políticos se llenan los bolsillos. No podemos decir quién vende porque te arruinan a la familia. Eso no lo pasan en los noticieros. Si haces la denuncia, los policías te mandan a matar, ellos mismos, con nombre y apellido«.
Y en eso apareció «Paisa».
En realidad, lo hicieron aparecer.
Joaquín Aquino, 33 años, hombre paraguayo, tenía una condena en su haber, una orden de captura en su contra y una investigación abierta para seguir los pasos, pero, así y todo seguía siendo el «satélite» responsable en San Martín del negocio de sus jefes presos en Villa Devoto: Max Alí «Alicho» Alegre, 32, y Blas Adrián «Gordo Gómez, 29.
Al «Paisa», el fiscal federal Diego Iglesias, a cargo de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), la fiscalía antidrogas, le abrió el 9 de agosto de 2021 una investigación en su contra por actividades compatibles con el narcomenudeo en Villa Loyola, Villa Sarmiento y Villa 18 -histórico asentamiento controlado por el clan rival, el de Miguel Ángel «Mameluco» Villalba-, según la información aportada por la Dirección de Investigaciones Contra el Crimen Organizado de la Bonaerense. En solo tres meses, los investigadores juntaron nombres, alias, direcciones, fotos y hasta videos del acusado y su banda. Entonces, el fiscal le solicitó el 9 de noviembre al juez federal Juan Manuel Culotta los allanamientos. Algo pasó en el medio -las autoridades no explicaron qué-, que al «Paisa» recién le cayeron tras los 23 muertos por la «cocaína envenenada».
Los policías lo fueron a buscar adonde el fiscal había dicho tres meses antes que lo encontrarían: calle Chile sin numeración visible, lindante al 667, José C. Paz. Allí lo retuvieron por horas, hasta que los medios se cansaron de mostrar su cara y, entonces sí, se lo llevaron con casco, chaleco antibalas y barbijo.
La fuente que conoce el territorio le adelantó a Encripdata su sospecha: «Tenemos la hipótesis de que ‘Paisa’ filtró de alguna manera gente en la banda de ‘Mameluco’ para adulterar la droga». Otra fuente, de las que toma decisiones, dio otra versión, pero con los mismos protagonistas: «La que se vendía en Puerta 8 podría provenir de la que movía ‘Paisa’ y su banda, pero hasta no tener un peritaje, será difícil relacionarlas». También, por la forma de actuar de las autoridades, a Aquino podrían estar usándolo para hacer un «rulo»: unir un caso con otro para matar dos pájaros de un tiro.
En ese escenario, la titular de la Dirección Nacional de Migraciones (DNM) Florencia Carignano informó que, una vez que termine el proceso en su contra, expulsará del país a Aquino. «Para que no pase ni un solo día en libertad en la Argentina», prometió. Pero nunca podrá llevar adelante esa promesa. Y lo sabía. El año pasado, con la firma de todos sus ministros, el presidente Alberto Fernández firmó el Decreto 138/2021 para derogar el Decreto 70/2017 de su antecesor Mauricio Macri porque resultaba «irreconciliable con la Constitución y el sistema internacional de protección de los derechos humanos», por caso, el interés superior del niño de crecer en su tierra y con su familia. Aquino será padre en marzo: su novia, también detenida, entró en el octavo mes de embarazo.
Aquino, por otra parte, no es un grapo capo narco. Antes era el chofer de «Alicho» Alegre, que tampoco lo era, pero desde que lo condenaron a él, pasó a ser su «satélite» en el territorio. Para Marcelo Saín, asesor en criminalidad compleja del ministro de Seguridad Aníbal Fernández, sería clave investigar la «ruta del dinero» de la banda del «Paisa», que, como quedó demostrado al momento de su traslado, vivía en una casa modesta de un barrio más de la zona oeste. El problema para los jueces y fiscales honestos a la hora de seguir la trazabilidad del dinero de los responsables del narcomenudeo es que terminarían investigando a los policías deshonestos a los que después deberían ordenarles las detenciones de los narcos que los tienen en la nómina.
Nadie se investiga a sí mismo.
Entonces, «bajaron» para «hacer más número».
Fueron a El Gaucho, una villa ubicada a muy pocas cuadras de Puerta 8, pero más chica y se llevaron a Priscila y a Alexis por tener 3 kilos de cocaína, como si en el negocio de la droga, que tiene sus propias leyes, jerarquías y dinámicas, una chica de 19 y un chico de 15 pudieran tener el equivalente a 20 mil dólares en sus manos.
La cocaína no es lo único envenenado.
El sistema también está en terapia intensiva.