Encripdata

Un paso adelante

Confesión de parte: un detenido, un kilo de cocaína y «maniobras imprudentes» en un auto a nueve cuadras de donde mataron a Lucas

Las pruebas que pueden hacer caer a cinco policías más y dos abogadas por el crimen de Lucas

Las pruebas que pueden hacer caer a siete por el crimen de Lucas. Crédito: Ministerio de Seguridad.

Un hombre peruano detenido, un kilos de cocaína incautado, un auto Ford Focus secuestrado y una causa abierta por infracción a la Ley 23.737 de Drogas fue el resultado de un operativo de policías porteños en los últimos días. Este caso podría ser uno más del montón si no fuera porque, como pudo saber Encripdata, actuaron efectivos de la División Sumarios y Brigada de Prevención de la Comuna 4 para hacer frenar el vehículo en el que se movía el sospechoso a solo nueve cuadras de donde otra brigada de la misma comuna mató a Lucas González e intentó asesinar a sus amigos Julián, Joaquín y Niven. Es más: los uniformados «solicitaron la presencia de un móvil identificable para detener la circulación del rodado». Eso fue, justamente, lo que el inspector Gabriel Alejandro Isassi, el oficial mayor Fabián Andrés López y el oficial Juan José Nieva no hicieron aquel miércoles 17 de noviembre. Toda una confesión de parte de la Policía de la Ciudad.

«Suena armado», consideró un investigador ante Encripdata al referirse al operativo en el que agentes de la División Sumarios y Brigada de Prevención de la Comuna 4 arrestaron al peruano con un kilo de cocaína el 2 de diciembre a las 12.50 del mediodía, es decir, a dose semanas del crimen de Lucas y a solo nueve cuadras de donde lo mataron de tiro en la frente. «Más viniendo de esa comuna», insistió.

Pero, armado o no, terminó siendo una confesión de parte de lo que se puede hacer y de lo que no: en este caso, los efectivos de la Policía de la Ciudad informaron que al observar «un Ford Focus haciendo imprudentes maniobras por la calle Miravé» y Vélez Sarsfield, solicitaron «la presencia de un móvil identificable para detener la circulación del rodado». Nadie resultó herido.

En cambio, Isassi, López y Nieva, según declararían en indagatoria, al detectar lo que consideraron tres maniobras llamativas de Lucas y sus amigos (pasar con el auto por la calle en la que investigaban un búnker de drogas, estacionar en una ochava y, tras reanudar el viaje, realizar movimientos evasivos), los persiguieron, les cruzaron el auto de civil en el que se movían y les agujerearon el vehículo.

Julián, recordaría después, aceleró cuando vio a los policías de civil apuntarles con sus pistolas.

Joaquín y Niven, agregarían también, nunca pensaron que quienes les dispararon para matarlos eran policías.

Siempre creyeron que eran delincuentes dispuestos a todo para robarles el Volkswagen Suran.

Los papás de los chicos declararon que sus hijos los llamaron en ese mismo momento para contarles del robo.

Si Isassi, López y Nieva hubieran actuado aquel 17 de noviembre como los policías que detuvieron este 2 de diciembre al peruano con un kilo de cocaína porque su mujer, en el asiento de copiloto, llevaba a upa a su hija menor de edad, en clara infracción de tránsito, es decir, si hubieran pedido apoyo a un patrullero con policías uniformados ante «maniobras evasivas», Lucas estaría vivo y ellos, libres.

Por cierto: el juez federal Julián Ercolini procesó el lunes a Jheison Paulet Tolentino Martínez por ese kilo de cocaína. Al solicitar sus antecedentes, saltó un ingreso irregular a la Argentina en el 2017, una orden no firme de expulsión del país en el 2018 y una sentencia a tres años de prisión en suspenso por narcomenudeo. En su indagatoria, el acusado habló de un seguimiento hecho por dos autos de civil, pero también de la detención a cargo de policías con chalecos identificatorios. Seguirá bajo prisión preventiva.

La fuente que consideró que los uniformados «armaron» este último operativo dio un contexto: «Hace mucho tiempo que tenemos graves problemas con esa comisaría vecinal». Por eso mismo temió que no fuera lo que pareciera.

Algo está claro: el juez Martín Del Viso y el fiscal Leonel Gómez Barbella no se quedaron solo en los tres policías que abrieron fuego contra Lucas y sus amigos sino que también fueron por los uniformados que, plantado de arma de juguete y falsificación de actas mediante, intentaron encubrirlos. Un mes después del crimen, ya son 14 los policías arrestados, todos de la comuna a la que pertenece el principal César Omar Rivero, el que atrapó al peruano con la droga, todos de la Comuna 4.

Tal vez todo sea una casualidad o tal vez alguien quiere una línea de corte.

Para que los investigadores no vayan más arriba.

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