Un policía que plantó droga, un testigo que se robó una cadenita de oro y un café amargo: increíbles detalles sobre el «Patrón de Moreno» que no fue

Absolvieron al hombre que se creía Pablo Escobar por el beneficio de la duda. Crédito: Ministerio de Seguridad.
La indagatoria, recuerdan los jueces en sus resoluciones, es, para todo imputado, el acto de defensa por excelencia. Pero, en un país cada vez más corrompido, el procesado recién puede hacerlo cuando se sienta en el banquillo de los acusados. En el medio, seguramente, pasa meses o años en una cárcel. Al final, los tribunales lo absuelven por el beneficio de la duda o, cada vez más, por el armado de causas. Encripdata pudo saber que eso mismo pasó con Silvio Gastón Canteros los últimos dos años en la zona oeste del conurbano bonaerense. Es cierto: su perfil en las redes sociales, donde se presentaba como el Pablo Escobar de Moreno, no lo ayudaba. Pero el juez Héctor Omar Sagretti, del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 San Martín, no se fijó en eso sino en las contradicciones de los agentes que llevaron adelante el operativo contra el «Patrón de Moreno» que al final no fue. Por eso lo absolvió.
Durante el juicio, el magistrado escuchó a trece policías bonaerenses de diversas jurisdicciones. Ninguno pudo explicar con precisión cómo de la investigación abierta contra otros personajes hicieron para individualizar a Canteros. Qué sospechas había contra él. Qué relación tenía con el resto. Cuándo, dónde y cómo movía los «ladrillos» de cocaína que dijeron que fueron a buscar a su quinta llamada como la del capo colombiano: «Hacienda Nápoles».
Pero lo cierto es que consiguieron la orden para allanar varias propiedades de Canteros. Eso fue entre el 7 y el 8 de agosto de 2019. Tras los operativos, la Bonaerense le informó al magistrado que al detenido le habían secuestrado en la quinta algo de droga, «251 envoltorios transparentes por 1,2 kilos de marihuana y 39 envoltorios negros por 38 gramos de cocaína», cantidad suficiente para acusarlo de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización.
Pero, ya en el juicio, los policías entraron en contradicciones sobre el hallazgo de esas dosis en la propiedad en cuestión. Para dar apariencia de un procedimiento limpio, declararon que antes de irrumpir en el lugar, los testigos les revisaron los uniformes, pero esos mismos testigos, traídos desde La Matanza, declararon que nunca palparon a los que participaron del allanamiento a la «Hacienda Nápoles».
Hasta los testigos dieron versiones cruzadas del hallazgo de la droga: el primero dijo que la encontraron de una gracias al olfato del perro entrenado para eso, pero el segundo aseguró que en la primera inspección de la cocina no hallaron nada, por lo que a él lo hicieron ir a ver otras partes de la casa y, cuando lo llevaron de vuelta a la cocina, «la droga ya estaba ahí»: «No vi que en ningún momento el policía estuviera agachando sacando la bolsa».
En lo que sí coincidieron fue en la reacción de Canteros: «Eso no es mío».
En el juicio hasta hicieron declarar a la empleada de limpieza del acusado.
La pareja del acusado, también, porque estaba presente cuando sucedió todo. Pasó cinco meses presa. Pero, con bronca, recordó todo: «Las cosas que supuestamente eran para secuestrar, se las traían a López y las ponían arriba de la mesa: las armas de juguete, los celulares. Al principio había buena onda, nos trataban bien. Cuando salieron de la cocina, le dijeron negativo. La persona que estaba con López recibió un llamado y dijo: ‘Sí, jefe, Canteros está acá, acá negativo. Bueno, perfecto, listo’. López nos comentó que le dijeron que esperara nuevas órdenes. Yo estaba en ropa interior y un policía le dijo a su custodia que me tapara con algo y me pusieron una bata, pero se me seguía viendo todo».
Y después, un café amargo: «López me permitió que le hiciera un café a mi novio. Al ingresar a la cocina, vi todo revuelto, todo estaba por todos lados. No encontré azúcar por ningún lado, se la habían choreado«.
«Mucho tiempo después, dos o tres horas, López llamó al hombre del perro. Entró directamente a la cocina. Estuvieron diez minutos como máximo. El perro estaba como loco porque habíamos dejado unas salchichas de la noche -declaró-. Cuando a mi novio lo sacaron de la habitación, estaba sin sus cadenitas y pulseras. Se las habían hecho sacar y las dejó en la mesa del televisor. Ahí vi al testigo Rivas acomodándose algo en el bolsillo y al ingresar a la habitación, vi que las joyas ya no estaban«.
Canteros también acusó al testigo Rivas de robarle esas cosas en la cara de los policías: «En un momento, López y Gómez me pidieron plata para no llevarse detenida a mi novia. Les dije que no tenía y que quería llamar a mi abogado, pero me sacaron las cadenitas de oro, lo llamaron al testigo Rivas para que se acercara y vi que se metió las cadenitas en el bolsillo».
De las armas, dijo que eran réplicas para una sesión de fotos que subió a sus redes sociales.
De mostrarse como el Pablo Escobar de Moreno, lo hizo por su fanatismo sobre la serie Narcos.
El fiscal de juicio Marcelo García Berro, entonces, solicitó la absolución de Canteros por el beneficio de la duda. Dijo algo más: que los policías nunca pudieron explicar cómo empezaron las sospechas sobre el acusado y que hasta le mintieron al juez de instrucción para obtener las órdenes de allanamiento: «No lo vieron hacer tareas compatibles con la venta de drogas ni le hicieron seguimientos. Tampoco le sacaron fotos ni lo filmaron».
En decir: pidió anular el allanamiento y, por consiguiente, todo lo sucedido desde entonces. Por su parte, el defensor oficial Alejandro Arguilea fue un paso más allá al exigir que se investigue a los uniformados.
El juez del tribunal, finalmente, absolvió a Canteros por el beneficio de la duda y, aunque no lo dijo con estas palabras, le indicó al defensor oficial que si tenía sospechas sobre los policías, que hiciera la denuncia.